domingo, 26 de mayo de 2013

Antes de que cierre el tren.

Escúchame todo lo que te quiero decir.
Mírame, por si no vuelvo a verte, que recuerden mis pupilas lo que me decían tus ojos.
Tócame como si fuese escayola y hazme a tu medida para encajar como piezas de puzzle.
Siénteme como si fuese tu propio corazón y temieses que dejara de latir.
Bésame para que todas las cosas que no dijiste no se queden sin decir, sin sentir, que encuentren sentido.
Y recuerda cada una de las letras que nos hacían pensar, maldecir el tiempo, la noche y la distancia.
Sin poder hacer nada más que decir las ganas que tenemos de escucharnos, de mirarnos, de tocarnos, de sentirnos, de besarnos...
Así que date prisa, que no hay tiempo. Sólo antes de que cierre el tren.

domingo, 12 de mayo de 2013

Nada.

Hay veces que me agobio, me pongo a pensar que el mundo avanza menos yo, y me agobio. Es una sensación que la mayoría de la gente supongo que ha tenido, o eso quiero pensar. El sentir que no estás aprovechando el tiempo en nada útil, en nada por lo que luego te vayan a recordar.
Creo que uno de mis mayores miedos es el olvido, no en el sentido de olvidarme yo de las cosas, sino que me olviden a mí, que no haya nada tan especial en mí como para recordarme y terminen borrándome de sus memorias.
Hay veces que me quedo mirando a la gente y me veo...¿pequeña? (no sé aún qué adjetivo poner) Sin ese algo que poder explotar cuando no tenga nada que hacer o cuando sienta que el mundo me da la espalda, no tengo, lo que muchos llaman, un "don" en el que refugiarme y que me haga diferente. Y eso me da miedo, mucho miedo.

viernes, 3 de mayo de 2013

Creo que es la mejor forma de decirlo.

Quiero escribirte algo, pero todavía no sé muy bien el qué.
Quiero escribirte porque creo que es la mejor forma que muchas veces tengo de explicarme, y porque, sinceramente, te lo mereces.
Supongo que empezar hablando de cuando te conocí sería lo mejor.
Pues bien, cuando te conocí...la verdad es que apenas recuerdo qué pensaba momentos antes de conocerte, qué quería o qué buscaba, pero fue como en un baile de máscaras, donde nadie sabe quién es quién y todos parecemos iguales, donde las probabilidades de que dos personas de gustos semejantes y caracteres compatibles se junten, quedan reservadas a unos pocos con suerte. Y lo cierto es que siempre había pensado que la suerte sólo era una excusa más, como el karma. Pero eso sólo fue hasta aquella noche.
Después de conocerte comencé a creer que las pequeñas probabilidades también podían estar de mi lado. Y al vernos empecé a valorarnos como oferta sólida.
A partir de aquí ya te sabes la historia.
Sentir lo que haces y demostrar lo que sientes. Siempre he pensado que es la mejor forma de vivir, la más sana, y contigo me salía solo, sin presiones, sin ataduras y, poco a poco, sin miedos.
Te quiero.