sábado, 28 de junio de 2014

Verde tusojos.


¿Qué te pasa conmigo? ¿Por qué me miras con esos ojos? que parece que se va a acabar el mundo. Y me pones esa cara, como de estar viendo algo con lo que te sientes cómodo.
Y esas ganas tuyas de contarme tantas cosas, y de escucharme, tienes tantas preguntas. 
Me fascinan tus planes, cuando hablas de alejarte de todo, del campo, de ese valle, tan verde que casi puedo verlo en tus ojos. 
Y tu alma de niño, ya no tienes la misma inocencia pero perdura es niñez en tu mirada. Tienes el corazón tan grande. 
Y hablando de nosotros, creo que es la primera vez que lo hago, y permíteme temer. Pero tranquilo, es el miedo del cobarde, que está a punto de rozar algo maravilloso y duda de que sea cierto. 


Llegados a este punto, ¿qué me pasa contigo?


BL. 

lunes, 16 de junio de 2014

Camelias pero no personas.

Tengo un problema. No dejo de pensar en las camelias. La historia de por qué las camelias no viene al caso, simplemente las camelias en sí, como «cosa».
La elección de las camelias, elección involuntaria, todo sea dicho, ha sido porque, a raíz de esta historia que ya digo que no viene al caso, me he dado cuenta de que sólo me llenan las «cosas». Quizás ese término sea algo ambiguo en este caso. Me llenan las cosas, los objetos, sin entrar en discusiones sobre el materialismo, me llenan también algunas acciones, relacionadas con cosas, tangibles o no, como leer, el cine, la música, en definitiva «cosas».
Pero mi problema no es el lugar que ocupan esas «cosas» en mi vida, mi problema es lo que no lo ocupa. Nadie. Nadie consigue ocuparlo, llenarme del todo o prácticamente. 

domingo, 8 de junio de 2014

Viernes de abril.

A veces mis dedos echan de menos tu espalda, y se mueven en el aire, como los dedos de un pianista lejos de sus teclas.
Andan perdidos, como si toda la vida se hubiesen dedicado a acariciarte y ahora no tuviesen nada, o no supiesen qué hacer.
Era como un cosquilleo en las yemas, tan agradable, la cosa más suave que jamás había tocado, ni sentido, nunca. 

miércoles, 4 de junio de 2014

Desnuda su piel era distinta.
Parecía tan frágil, despojada de toda tela, como desarmada. 
Y no entendía por qué le volvía loco verla así. Quizás por la naturaleza que desprendía, porque no hay nada más natural que la piel desnuda. Y ella era naturalidad con mayúsculas. 
Suave, dulce y pálida naturalidad.


domingo, 1 de junio de 2014

Es mucha sensatez, y de eso no vamos sobrados.


Decía Mecano no sé qué de olvidar quince mil encantos. Eso es que no te conocían.
Maldito el día en que lo hice yo. Pero no te ofendas. 
También malditos todos los días que tuve que verte marchar. Y podría contarlos con los dedos de una mano.
Eso sí que me cuesta tanto.
Y mira a ver si puedes hacer que esto sea eterno.