domingo, 8 de junio de 2014

Viernes de abril.

A veces mis dedos echan de menos tu espalda, y se mueven en el aire, como los dedos de un pianista lejos de sus teclas.
Andan perdidos, como si toda la vida se hubiesen dedicado a acariciarte y ahora no tuviesen nada, o no supiesen qué hacer.
Era como un cosquilleo en las yemas, tan agradable, la cosa más suave que jamás había tocado, ni sentido, nunca. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario